jueves, 24 de junio de 2010
La televisión
“Si se encuentran por casualidad, al lado de una cabina telefónica y ven a un hombre cuyo rostro esta oculto tras un paraguas violeta, les sugiero, que se acerquen al televisor.
La televisión es como un reloj, como un calendario, es nuestra escuela, nuestra iglesia, nuestro hogar, nuestra amiga, y nuestra amante…”
(Old Boy)
Marx dijo en 1844: “La religión es el opio del pueblo” haciendo referencia al efecto ‘sedante’ y ‘analgésico’ de la religión en los ciudadanos de esa época, evadiéndoles de sus problemas y calmando su dolor en cierto modo. Pero actualmente, teniendo en cuenta la pérdida de importancia de la religión, sobre todo en los grandes núcleos urbanos la frase debería ser más bien: “La televisión es el opio del pueblo”. Y es que como indica el extracto de ‘Old Boy’, desde su invención, la televisión y todo lo relacionado con ella, ha ido adquiriendo importancia de forma progresiva, y esta a pasado a ser un miembro más del hogar, cumpliendo todo tipo de roles.
En los inicios era un símbolo de estatus social, debido a su elevado precio al alcance de muy pocos, pero hoy en día incluso en los hogares con menos recursos económicos podemos encontrar al menos un televisor.
Para muchos es la única forma de visitar ciudades lejanas, conocer culturas antiguas, aprender acerca de criaturas exóticas, e incluso de soñar con lugares mejores. Para algunos es casi una religión, un santuario donde se dictan reglas, normas y consejos a diario, que deciden obedecer, a veces de forma consciente y voluntaria, y otras de forma inconsciente. Y es que la televisión es también una herramienta de manipulación y de control de masas (en el fondo al igual que la religión), con ella consiguen condicionar nuestro comportamiento, haciendo que compremos cosas, hagamos cosas, o simplemente volviéndonos sumisos y aletargados. Convirtiéndonos en victimas de la pereza y la desidia.
Al margen de esto, lo cierto es que para muchas personas es la única compañera y amiga fiel, que esta a su lado día a día, compartiendo sus alegrías y sus penas, (generalmente sus penas), capaz de consolarles y hacerles que se olviden de sus preocupaciones. Incluso tiene el poder de unir a familias separadas alrededor suya, o a personas con ideologías totalmente diferentes. Cuantas amas de casa pasan sus tardes, llenando sus mentes con problemas ajenos, riéndose e interesándose de lo que en las vidas de otras personas acontece, o viendo telenovelas que le hacen soñar con situaciones románticas, grandes galanes, casas bonitas y en resumen, vidas mejores. Olvidando durante horas la drogadicción de su hijo, el embarazo prematuro de su hija, el alcoholismo o ludopatía de su marido, el maltrato que sufre, o incluso sus apuros económicos para llegar a final de mes.
Y es que la televisión es sólo una pequeña criatura creada, por y para grandes bestias, sujeta a su voluntad, y por lo tanto poseedora de una moral realmente ambigua.
Yo apenas veo televisión…¿Y tú?
R.Elmaldito Dijo, el 13-05-08
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